Probablemente hayas oído hablar de la proverbial resistencia de las telarañas. Se trata de un material flexible y a la vez increíblemente resistente. Sin más prolegómenos, procedemos a explicarte la razón de esas cualidades y cuáles son sus aplicaciones más novedosas.
El ser humano está lejos de ser el primero en haber producido y utilizado elastómeros. Uno de los más resistentes que se puede encontrar en la naturaleza incorpora moléculas con ocho enlaces de hidrógeno y es el que emplean las arañas para tejer sus trampas. Seguramente, habrás leído alguna vez que las telarañas son más duras que el acero.
Pues bien, en la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (NTNU, por sus siglas en noruego) se han fijado en ese tipo de estructura molecular para desarrollar un material ultrarresistente.
Las telarañas, especialmente los anillos concéntricos, aúnan dos cualidades que no suelen ir de la mano: rigidez y dureza. Hasta ahora en el caso de los productos comerciales, cuanto mayor era la rigidez menor era la dureza. Esto se debe a que, cuanto mayor es la rigidez, menor es la disipación de energía. Un ejemplo es el cristal, que es rígido, pero no duro.
Tal como los elastómeros son extremadamente comunes en nuestra vida cotidiana, existe un material igualmente ubicuo en el terreno de la investigación avanzada. Hablamos, cómo no, del omnipresente grafeno. Una de las últimas aplicaciones de este material basado en el carbono aprovecha las estructuras de la seda de las telarañas y la flexibilidad del PDMS, el polímero que vimos en el caso anterior.
Fuente: I’mnovation
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