El desarrollo social y económico busca un desarrollo sostenible con alternativas e iniciativas que en una línea de continuidad procuren respuestas positivas al impacto ambiental, es por ello que se proponen las tarjetas bancarias biodegradables con un recurso tecnológico innovador.
Se utilizan al año 30 millones de kilos de PVC en la fabricación de tarjetas bancarias, lo que equivale al peso de 150 Boeings 747.
El PVC está compuesto por polímeros de acetato de vinilo y cloruro de vinilo, es un material duro, resistente al agua y cuando se combina con aditivos se convierte en flexible y duradero, un material altamente duradero.
El 40% de sus moléculas se compone de petróleo y el resto es cloro, su desaparición tarda 400 años en producirse, por lo que se buscan diferentes alternativas para solucionar su desintegración.
Tarjetas bancarias biodegradables
Se busca un material biológico renovable que se llama ácido poliláctico (PLA), que se produce a raíz del maíz no alimenticio, reduciendo la huella de carbono dado que minimiza el uso de PVC, que constituye menos del 20% de cada tarjeta.
Este material es compostable y su biodegradación está asegurada en seis meses dándose las condiciones adecuadas.
Este no es el primer esfuerzo por buscar la biodegradación de las tarjetas bancarias, Gemalto Reclaimed Ocean ya utiliza el 70% del plástico extraído de zonas costeras para la fabricación de tarjetas.
También el PVC reciclado ayuda a los bancos a utilizar menos plástico de primer uso, contribuyendo a reducir el primer uso del plástico en un 85%.
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